Will you read it with me? {Ada W.}

No alcancé a ver el día, las ventanas de mi habitación estaban completamente cerradas. No sabía si era de día o de noche, así que estaba dispuesto a averiguarlo, incluso si me tenía que saltar la maldita terapia de grupo, aunque la verdad, muy en el fondo, si me quería saltar la terapia.
Salí del cuarto descalzo y volteé a mis alrededores, había alguien del personal administrativo al lado derecho, así que tomé el izquierdo. Caminé por todo el pasillo hasta el fondo, no iba a dar la vuelta a la derecha, ahí estaba el baño, volteé a la izquierda.
Ahí estaba la puerta, la cual estaba fría, y al sentir el contacto de la perilla con mi mano, la quité inmediatamente. Bajé la manga de mi camisa, tapando mi mano, puse la mano, ahora tapada por mi manga, otra vez en la perilla, y la giré.

Estaba en una biblioteca, me estaba a empezando a dar cuenta de que no sabía nada de éste lugar, ¿para qué querrían una biblioteca allí? Miré a mi alrededor otra vez, tenían una gran variedad de libros. Había una de ésas escaleras en las que te subías y bajabas un libro de los que estaban en la parte inferior. Siempre me había querido subir en una de ésas escaleras, así que caminé hacia ellas. Nunca me había subido a unas escaleras de mano, así que estaba nervioso. Puse mis manos en los peldaños y empecé por subir un pie en las escaleras, después subí el otro. Subía las escaleras con tanta confianza. Llegué a la parte inferior y me volteé, aún agarrado de los peldaños fuertemente. La vista se veía mucho mejor, podía ver toda la biblioteca, ahora se veían cientos y cientos de libros. Me volví a voltear, ahora estaba frente a los libros de la parte inferior. Subí la mano y agarré el libro, mientras con la otra me sujetaba del peldaño, estaba demasiado nervioso, ¿ahora cómo me bajaría?

Estaba parado en las escaleras, no sabía cómo bajarme, pero iba a tener que hacerlo si quería ver el día. Bajé un pie al escalón y así consecutivamente.
Llegué al piso y cuando me volteé, había una chica. ¡Diablos! Me había asustado. Le saqué la vuelta y me senté, fingiendo que no había pasado minutos parado en las escaleras por miedo a bajarme.

Su vida era una monotía desde que estaba en el psiquiátrico, veía a los mismos psiquiatras ir de un lado a otro sin parar, y algunos vigilándola, eso la ponía nerviosa, pero no tanto como las terapias en grupo, como la que tenía ahora. La morena se intentó resistir a la fuerza de los médicos que la obligaban a ir, pero no pudo, pero en el momento en el que se despistaron, salió a correr lo más rápido que podía y giró por varias esquinas sin vigilancia buscando algún sitio para esconderse asta que acabase la terapia.

Unos minutos más tarde, y había llegado a la biblioteca. No tenía ni idea de que hubiera una en el psiquiátrico, era bastante sorprendente, pero ella adoraba leer, así que no dudó ni un segundo en pasearse por los pasillos de la biblioteca en busca de algún libro interesante con el que pasar el rato hasta que la encontrasen y la encierren en su habitación de nuevo. Porque sabe que, tarde o temprano, la iban a pillar allí. No importaba. Últimamente no le importaba absolutamente nada ni nadie, salvo ella. Se había convertido en el centro de un mundo que ella misma había creado.

Empezó a recorrer lentamente los pasillos fijandose en los libros, algunos estaban llenos de polvo y otros estaban intactos. Parecía que no solían entrar en la biblioteca normalmente. Empezaba a dudar que alguien supiera de la existencia de la biblioteca, como ella hace unos minutos atrás. Siguió caminando y sacó un par de libros sobre política. Diablos, tenía que dejar ese tema como pudiese. Y, al girarse, vió a un chico rubio en unas escaleras y tiró al suelo los tres libros que había cogido. No se lo esperaba y le había dado un buen susto.

Se giró y lo miró fijamente analizándolo. No lo había visto nunca, pero tampoco es que conociera a muchas personas en el lugar. Se colocó rápidamente la mano izquierda en el centro de su pecho mientras sentía como el corazón bombardeaba más rápidamente a causa del susto. Sin embargo, no salió de su boca ni una palabra.

OFF: Perdona, pero yo estoy acostumbrada a rolear en tercera persona, espero que no te importe xD.

La chica estaba tan asustada como yo. Nos habíamos metido un buen susto entre los dos. Miré al piso, no podía verla a la cara. Me ponía nervioso, y más si eran con chicas, porque una cosa era hablar con chicos, otra era hablar con chicas lindas. Nunca había hablado con una chica linda, así que mi mejor reacción era mirar al piso. En el piso había libros, todos eran de política. Yo no estaba relacionado con ése tema, así que no le hablaría a la chica, aunque como quiera ni le iba a hablar, pero ahora menos le hablaría. Sería una vergüenza que me hablara sobre política y yo no supiera nada, definitivamente ésa no era mi rama.
Estaba parada frente a ella, pero como siempre, yo estaba mirando al piso. Me agaché lentamente, siempre mirando al piso, recogí lentamente los libros y me volví a parar. Le tendí los libros a la chica linda mientras miraba al piso, pero ahora estaba parpadeando, ¡diablos! Eso sólo me pasaba cuando quería hablar, pero la palabras no me salían, ¿qué le podía decir?
-A-aq-aquí- dije con los libros en la mano tendiéndoselos. Como tenía mis libros en la otra mano, no podía sacar el pequeño clip que traía para mis nervios, así que empecé a jugar con mi labio de una manera algo brusca. Probablemente mi labio estaría rojo y algo hinchado para mañana, pero no me importaba.

Tomé asiento en la última mesa de la biblioteca. Lo que había pasado hace unos minutos no se me olvidaba, simplemente no me pude bajar de aquellas escaleras, fue vergonzoso, pero a la vez me daba miedo. Puse el libro sobre la mesa, ni me había fijado que libro había agarrado. Miré la portada, ¿Cómo persuadir a las personas? ¿Para qué mierda necesitaba éste libro? No es como si me importara hablarle a las personas para persuadirlas.  
Abrí el libro con el fin de hacer algo mientras estaba allí, no me iba a ir después de haber agarrado un libro que estaba en la maldita parte inferior. El principio era una introducción al mundo de la persuasión. No me importaba leerlo, así que cambié la página a una de las de en medio, decían que ahí era donde estaba la parte buena.

OFF: No pasa nada xd

Cerró los ojos con fuerza y maldició internamente por actuar de manera tan estúpida con el rubio. Ni siquiera le dió las gracias cuando cogió sus libros, sólo se limitó a asentir lentamente con la cabeza. Cargó los libros contra su pecho y buscó al rubio, estaba sentado en una mesa leyendo, no quería molestarlo, pero quería hacer amigos en el lugar ya que no conocía a nadie. Caminó lentamente hasta la mesa del chico y vaciló antes de sentarse en la silla de en frente, pero finalmente lo hizó y dejó sus libros a un lado y cogió el más ancho, Caminos de utopía, de Martin Buber. Le hubiera encantado conocer a ese hombre, pero murió por lo menos hace treinta años atrás.

Abrió el libro por la primera página y miró a su acompañante. Carraspeó suavemente para llamar su atención y frunció el ceño. — Hola — dijo mordiéndose el labio inferior con fuerza. Ya había abierto la boca, y ya no podía echarse atrás. Tenía que entablar una conversación con el rubio, si es que él estuviera por la labor. — Me llamo Ada, ¿y tú? — preguntó enarcando ambas cejas. Normalmente no le costaba tanto hablar con una persona, pero si ya le costaba fiarse de alguien, en un sitio como éste todavía menos. Antes de irse, su madre le advertía que tuviera cuidado con las personas con las que pueda cruzarse. Pero, Ada siempre dice que hay muchos dementes sueltos en la calle y muchas personas cuerdas encerradas.

Volvió a mirar a su libro y empezó a leer, o al menos lo intentaba, porque tenía varias cosas en la mente y no conseguía concentrarse. Por un lado, deseaba que Buber estuviera vivo y mantener una conversación con él, y por otro, tenía a un desconocido enfrente que no sabía el motivo por el que estaba ahí y podría ser perfectamente un psicópata. Empezó a dar toquecitos suaves en la mesa con el dedo índice, como hacía siempre que estaba nerviosa e intentaba relajarse, aunque para los demás pudiera parecer un sonido molesto.

La morena cogió los libros de mi mano y asintió con su cabeza. No me dio las gracias, pero me bastaba con que asintiera la cabeza. Pudo haber sido peor, pudo haber cogido los libros y sólo se hubiera ido, sin asentir ni nada. Le saqué la vuelta y me fui a sentar.

En la mitad el libro venían tres consejos para persuadir a las personas: 1. Habla claro y directo. Este libro era mierda, completamente mierda. Yo no necesitaba esto, pero había hecho mucho para obtenerlo, así que seguí leyendo. 2. Mira a los ojos a la persona que quieres persuadir. Justo cuando iba a cerrar el libro para guardarlo en algún estante de abajo, porque claro, ni loco subo a la parte inferior otra vez, la chica linda vino y se sentó en frente de mí. Dejó los libros a un lado y agarró el más ancho. Lo sabía porque fingía que estaba leyendo, pero la estaba mirando de reojo. Abrió el libro y me volteó a mirar. Inmediatamente bajé mis ojos al libro y fingí leer. Carraspeó un poco y habló. ¿Era a mí? ¡Mierda! La chica linda me había hablado a mí, le tenía que contestar, pero, ¿cómo? Probablemente se alejaría de mí al ver como tartamudeo. Tal vez ya haya tartamudeado en frente de ella, pero sólo fue una palabra, cualquier persona puede tartamudear una palabra por lo menos, pero yo tartamudeaba todas las palabras, bueno, casi todas.
-Ho-hola. Me lla-llamo N-Na-Nate- dije mientras parpadeaba rápido. Quería parpadear normal, pero mis ojos no querían hacerlo, así que traté de concentrarme en el libro aún más.

No había mirado a la chica linda a la cara cuando habló, bueno, a Ada. Ada era un lindo nombre para una chica linda, se lo diría, pero probablemente tartamudearía, peor aún, me pondría muy nervioso. Miré el libro y leí: 3. Ponte algo cómodo, porque los nervios son lo peor que te podrías poner. ¡Eso había sido todo! Agarré el libro, lo cerré y lo aventé a un lado, estando seguro de que no le pegara a Ada.

Contempló la opción de levantarse de la mesa y salir corriendo. Por alguna extraña razón, estaba más nerviosa de lo normal, y su compañero no parecía tampoco estar tranquilo. Los motivos se los guardaba para ella misma.

Dejó de tambolirear con los dedos y miró al rubio cuando le dijo su nombre. Nate. Que automáticamente volvió a mirar al libro, quizá el texto era mucho más interesante que ella o simplemente no tenía tiempo ni ganas para hablar con Ada. O, quizá, pensaría que era una psicópata, como había pensado ella la primera vez que lo vió. Se levantó un poco y apoyó ambos codos en la mesa, inclinándose, con disimulo, para ver lo que estaba leyendo. O al menos intentarlo, porque no conseguía leer del revés, así que se dió por vencida y volvió a sentarse correctamente. Tras varios minutos en silencio, Nate cerró el libro y lo alejó de él. Y tuvo la oportunidad de leer el título del libro, ¿Cómo persuadir a las personas?, quizá el libro le había servido y lo estaba aplicando con ella. — ¿Estaba interesante el libro? — preguntó cortante. Porque le salió así, aunque no quería parecer borde, no era su intención, simplemente, había tenido que responder con ese tono, que casi que se le había pegado. Y eso que dicen que los irlandeses siempre estan felices y en fiestas, pero ella no, no cumplía esos tópicos de un irlandés.

Cerró su libro y lo colocó encima del montón, perfectamente alineados, porque era una maniática con eso. Se frotó los ojos con pereza y volvió a mirar al rubio. — ¿Llevas mucho tiempo aqui? — volvió a preguntar, — es decir, yo he entrado hace poco y no conozco a nadie — aclaró encogiendose de hombros.

¿Se había inclinado? Al parecer la chica linda se había inclinado, ¿porqué lo haría? No era como si le importara lo que hacía, ¿o si? Oh venga, a nadie nunca le había importado, ¿porqué le importaría a la chica linda? La verdad era que nunca había tenido tanta suerte con las chicas, así que era por eso la razón de que no sabía porque se había inclinado. Estaba seguro de que un chico universitario popular, sabría porque la chica linda se había inclinado, pero bueno, era yo, un chico encerrado en terapia sin saber nada.

La había sentido algo cortante cuando preguntó aquello. ¿Qué le había hecho? Ésa era una de las razones por las que no hablaba con chicas lindas, aunque bueno, una de las otras razones era que ellas no me hablaban a mí. Además de que no las entendía.
-El li-libro era mierda- dije y me sorprendí de mí mismo. No había tartamudeado más que una palabra, lo que era igual a una maravilla. No estaba mirando a la mesa, sino a las manos de Ada, pero por razones le podía ver la cara. Vaya que la chica era linda, bueno, por eso le llamaba chica linda. Subí la mirada de sus manos a su cara, no podía creer que la estaba mirando a la cara, lo mejor era que no estaba parpadeando como estúpido, sino que la miraba fijamente. Tenía unos muy bonitos ojos, ¿cómo no me había fijado? De una cosa estaba seguro, el libro no estaba más bueno que Ada.

Cerró su libro y lo alineó junto a los otros. ¡Vaya! Era muy ordenada. Estiré mi mano sigilosamente y agarré el libro, que estaba de lado. Lo puse en frente de mí y lo alineé. Lo menos que quería era dar una impresión de chico desordenado. Aunque para eso debería de evitar que Ada pasara por mi cuarto, creo que si lo viera se asustaría o algo así.
Me volteó a mirar y sentí su mirada. Por alguna razón quería verla a los ojos, como lo había hecho antes, pero no pude. La volteé a mirar a toda su cara, tenía facciones lindas.
-No, lle-llevo poco tiem-tiempo también- dije mientras empezaba a jugar con mi labio bruscamente.
Pues yo había entrado y si conocía a, ¿gente? Veamos, conocía a un gato que hablaba y a una fantasma que me hablaba también. -No, no conoz-conozco a nad-nadie- dije tratando de sonar casual. No le diría a los que conocía, capaz y pensaría que estaba loco, bueno, más de lo que lo ha de pensar ahora.