Encuentro cercano del quinto tipo (Nate)

Ese muchacho se había vuelto objeto de su deseo, de su cacería. Necesitaba conversar con él como si de ello dependiera el significado de su vida, lo que no es tan exagerado tomando en cuenta que la vida de Alice no tenía un eje medianamente aterrizado. Durante las últimas dos semanas, había estado observando cada uno de sus actos, a distintas distancias, silenciosamente. Ya fuera en la terraza, en el exterior o en la sala de estar, Alice se había vuelto su sombra. Revisó cada uno de sus movimientos, de sus patrones de conducta siempre iguales. Callado, mirando algo que aparentemente solo él podía ver. Walton, Nate, había oído que lo llamaban. Alice podía estar segura, todo apuntaba a que "Nate" había tenido contacto con Ellos.

-Nate –susurró cuando, después de dar vueltas por los pasillos al fin lo encontró. –¡Nate! –dijo una vez más, intentando llamar su atención, aunque sabía que tenía que hablar bajo o los descubrirían, era de noche y no se suponía que estuvieran... libres.  Alice se acercó, lentamente, con el cabello enmarañado y un enfermizo brillo en los ojos que coronaba las negras ojeras. Era el retrato de una obsesión.

No tienes que fingir conmigo, sé tu secreto.  Se acercó un paso más, apoyando las uñas en la blanca pared.  Se detuvo a dos metros de distancia, clavó su mirada en él, esperando a que respondiera.

Iba caminando por los pasillos hacia mi cuarto. La maldita terapia de grupo no me gustaba, me hicieron hablar y me aturdí cuando la maestra, o lo que sea, me tocó la mano. Reaccioné de una muy mala manera. Retiré su mano demasiado brusco y le dije que no me volviera a tocar jamás. Me había parado de mi lugar y salí del salón, o lo que sea que fuera. Ahora estaba en los pasillo, se veían tan solitarios y tristes, era como si no tuvieran vida, bueno, los pasillos no tenían vida, pero si la tuvieran, sería horrible. Al girar a la izquierda, pude ver a la derecha a una chica, desde ahí tenía un aspecto malo, como si se hubiera ido de fiesta desde la mañana y apenas estuviera regresando. Iba caminando, pero de pronto escuché mi nombre. Debí de haber alucinado porque seguí caminando, pero escuché mi nombre otra vez, ahora un poco más fuerte. Me volteé y vi a la chica de mal aspecto parada a unos, ¿dos?¿tres? metros frente a mí.

Tenía una mano apoyada en la pared del pasillo. Cuando había levantado su cabeza, confirmé mi pregunta de su mal aspecto. Tenía ojeras y su pelo estaba enmarañado. Bajé la vista rápidamente, no pude verla a los ojos.
-¿S-si?- dije en respuesta a mi nombre. Mis ojos estaban parpadeando rápido y había metido mi mano en mi bolsillo. Había sacado el clip que siempre traía para los nervios, y lo empecé a formar de todas maneras.
-Dis-discu-disculpa, ¿te conoz-conozco?- le pregunté, tal vez había sonado mal, pero si ella sabía mi nombre, yo quería saber el de ella.

Cada gesto del muchacho no hacía más que confirmar la terrible hipótesis de Alice. Cuando él por fin le respondió, fue como si se le hinchara el corazón un momento. Es que, según Alice, ese comportamiento nervioso era temor de que ella o cualquiera supiera lo que él ocultaba.
–Me llamo Alice –la castaña sonrió ligeramente. Iba a extender una mano para saludarlo, pero se arrepintió a medio camino. Guardó sus manos detrás, quizás no era apropiado... no sabía cómo debía tratar al enviado. –No, no me conoces, aunque es posible que sí –sus ojos brillaron de emoción. –Pero yo te conozco a ti –su suave voz marcó las palabras como si quisiera que se deslizaran en el aire.

La castaña se acercó un par de pasos más y se detuvo frente al muchacho. Estaba aún lo suficientemente lejos como para poder observarlo de pies a cabeza, por algo así como un minuto. Se sabe que, en casos como estos, un minuto puede pesar como una infinitud. A continuación, Alice intentó estudiar su mirada. A pesar de los ademanes nerviosos que ella atribuía a problemas de adaptación entre humanos, no logró detectar señales alienígenas de tipo biológico. –¿Qué eres? –inquirió acercándose otro paso más, entrecerró los ojos.

Sentí que la chica me estaba mirando, pero no pude confirmarlo porque estaba mirando hacia el piso, y no pensaba en levantarla, no la iba a mirar, se sentía raro el ambiente, ya que ella sabía mi nombre y yo no el de ella.

La chica se llamaba Alice, era un bonito nombre. Le daría la mano, como cualquier persona común y ordinaria, pero no me gustaba que las personas me tocasen, así que mantuve una de mis manos jugando con el clip, y otra simplemente en el bolsillo de mi pants. Me dijo que era posible que la conociese, pero la verdad era que nunca la había visto, ni siquiera rondando por los pasillos, tal vez era nueva, pero había algo que no me terminaba de convencer. Tal vez era el hecho de ella ya sabía mi nombre, y yo nunca la había visto, o tal vez era...algo más.
Ella me conocía a mí, ¡mierda! ¿Quién era esta chica? Me estaba empezando a preocupar, no me asustaba, pero me preocupaba, tal vez la chica estaba en drogas o algo así, y era por eso que estaba actuando de ésa manera. Se convenció a sí mismo de que era eso, pero algo muy adentro de él le decía que no era eso.
-Dis-discul-disculpa, cr-creo que te equ-equivo-equivocas de pers-persona- dije, pero ahora no sólo parpadeaba rápido, sino que estaba mordiendo mi labio superior de una manera brusca.

La chica se acercó, lo supe porque estaba mirando al piso y vi sus pies moverse hacia mí. Esto no me estaba gustando, se estaba acercando y no me gustaba que se me acercaran. Iba a retroceder un paso, pero me congelé, no pude, me estaba poniendo demasiado nervioso como para moverme. Se detuvo, y por fin respiré tranquilamente, pero no duró mucho, pues me preguntó algo y se acercó un paso más. Me quedé unos dos minutos parado, no estaba contestando a su pregunta, pero no me importaba. No me pude mover en ésos dos minutos, pero por fin me recobré y retrocedí un paso. Odiaba estar así de cerca de las personas, no me gustaba, simplemente no se sentía bien. Lo pensé por diez segundos y levanté la cabeza. Sus ojos tenían algo, era como si deseara algo. Bajé la cabeza inmediatamente, pues no me sentía cómodo viéndola a tan poca distancia entre nosotros.
-So-soy u-una per-pers-persona nor-norm-normal y corri-corriente, co-como tod-todas, supo-supong-supongo- dije tratando de sonar lo más casual, pues lo era, no era nada especial, era igual a todos, supongo.

Las palabras de Nate entristecieron a la muchacha por un instante. Hizo una mueca disgustada con la boca y también bajó la vista. Se encontraba mirando el piso como si sus respuestas fueran a estar ahí. Se sintió derrotada, decepcionada, hundida.

¿Esas semanas de búsqueda carecen de sentido ahora?

¿Me he equivocado?

-Nate… -Retrocedió levemente. Parecía que un ápice de razón penetraba la oscura imaginación de Alice, sin embargo, su deseo de encontrar respuestas pudieron más que cualquier sensatez que pudiera salvarla. Sus fuerzas se renovaron –Escúchame –alzó los ojos otra vez, suavizando su expresión –No tengas miedo, no soy como ellos –lo miró fijamente. –Está bien, eres una persona, pero yo sé que sabes algo más –no estaba completamente convencida de que el muchacho fuera una persona, sin embargo, eso no significaba que no pudiera ser enviado por Los Otros.

A Alice le molestaba la falta de contacto visual, aunque al mismo tiempo le indicaba que algo le estaba ocultando. ¿Por qué actuaba así? ¿Qué querían Ellos?

-Por favor, no me mientas –suplicó, buscando su mirada. Se pasó una mano por el enmarañado cabello. Había echado sus apuestas, no podía permitirse perder esta oportunidad. No estaba clara en nada respecto a lo que estaba buscando de Nate Walton o de Ellos, o qué buscaban Ellos de ella o del chico que tenía en frente, pero, como fuera, su sentido consistía en averiguarlo.

¿De qué mierda estaba hablando?¿No era como ellos?¿Cómo quién? Alcé la vista, pero no porque la quisiera ver, porque ya la había visto, sino porque estaba confundido, demasiado confundido. Cada vez me estaba convenciendo más de estaba bajo drogas. -Pe-pero- me interrumpió diciéndome que yo sabía algo más, mierda, no estaba entendiendo nada de lo que me hablaba. La miré un poco extraño, no quería verme grosero tampoco, así que me quedé callado un poco. Tenía la cabeza levantada, pero no la miraba a ella exactamente, sino a un lado de su cabello.
-N-no sé de qu-que me hab-habl-hablas- dije mirando ahora a su barbilla. La quería mirar a los ojos, realmente quería, para que supiera que estaba diciendo la verdad, pues decían que cuando miras a los ojos a una persona decías la verdad, ¿no?

No le estaba mintiendo, no lo estaba haciendo. Trató de buscar mi mirada, pero la evité mirando a otro lado. ¿Cómo decirle que no le estaba mintiendo?
-N-no te est-estoy min-minti-mintiendo- dije mirando a un lado. De pronto se me vino la idea a la cabeza, así de la nada. La miré a los ojos instantáneamente, tal vez viera que estaba diciendo la verdad. La miré por dos segundos o menos, y bajé la mirada tan pronto como la levanté. No sabía mucho sobre el contacto visual, pero creí haber visto, ¿tristeza?¿desesperación? Tal vez no estaba bajo drogas y realmente yo sabía algo que ella necesitaba saber, o tal vez yo soy el que estaba mal por empezar a pensar lo anterior.